Anderson empleó muy bien los 2.500 dólares del premio, pues los utilizó para ampliar estudios en Europa. Su diseño es considerado como uno de los más influyentes del siglo XX, ¡y eso que sólo es un símbolo “de nada”! Aunque resulte sorprendente, el joven estudiante de arquitectura y ciencias sociales no se dedicó al diseño gráfico, aunque sí que realizó algunos trabajos en ese campo. Con el tiempo se doctoró en geografía e ingeniería medioambiental, llegando a convertirse en lo que ahora es, todo un experto mundial en ordenación y planificación territorial y problemas ambientales. Pero, a pesar de sus muchas actividades en múltiples campos, será recordado en la Historia por la genial y sencilla idea que iluminó su cerebro hace ya cuarenta años. Y, ¿cómo llegó a concebir el célebre símbolo? La culpa, como tantas otras veces, la tiene M.C. Escher.
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